lunes, 10 de junio de 2013

"La distancia de la Luna", de Italo Calvino



La obra “Las Cosmicómicas”, de Italo Calvino, una magnífica colección de cuentos escritos en clave de humor, está  basada en conceptos y teorías científicas, algunas ya obsoletas, sobre el universo y la evolución. El narrador es siempre  Qfwfq, que es tan viejo como el universo y es capaz de tomar mil formas distintas, pudiendo así contar de primera mano detalles sobre los hitos de la historia del universo y de nuestro planeta. 
Una de sus historias, “La distancia de la Luna”, se sitúa en tiempos remotos, cuando supuestamente, la Luna y la Tierra estaban mucho más cerca, y nos narra las aventuras de un grupo de amigos, que aprovechando la marea alta, se acercaban con un bote y trepaban por una escalera al satélite terrestre para recoger “leche lunar” con ayuda de cubos y palas. El siguiente corto de animación, inspirado en el cuento de Calvino, nos ayuda a hacernos una idea:




Esta vez, el viejo Qfwfq nos remite a la “hipótesis de fisión”, de Sir George Howard Darwin, astrónomo inglés hijo de Charles Darwin, que planteó en 1879 que la luna se formó por el desprendimiento de un “trozo” de una joven  tierra, girando entonces a una velocidad muchísimo mayor, y por efecto de la fuerza centrífuga y de la atracción ejercida por el sol. La tierra se habría deformado alargándose tanto que la “luna” habría salido despedida describiendo una espiral. En sus cálculos, Darwin llegó a “situar” a la Luna a unos 9000 kilómetros de la Tierra hace unos 50 millones de anos, pero las matemáticas no le permitieron seguir. Entonces,los días habrían tenido una duración de unas cinco horas. Suponemos pues, que la fantástica historia de Calvino se ambienta aproximadamente en esta época, aunque entonces la escalera tuvo que ser bastante más larga de lo que nos da a entender. 

La teoría de Darwin está prácticamente desechada hoy día. No hay evidencias fósiles de semejante velocidad de rotación (salvando la hipotética “cicatriz” del desprendimiento, que según Osmond Fisher la constituiría el Océano Pacífico), que por otra parte, habría sido responsable del despredimiento de muchos y menores fragmentos, dando lugar a la formación de más satélites. Un momento angular tan grande parece incompatible con la formación de un cuerpo celeste  como la Tierra. Además, las muestras de roca traídas de la luna carecen de hierro, elemento abundante en nuestro planeta. Otras teorías sobre la formación de la Luna, junto a la de George Darwin, serían la “teoría de captura”, la de “acreción binaria”, y la que parece más aceptada hoy día, la “hipótesis de impacto”.

No obstante, en una cosa Sir George Howard tenía razón. La Luna se aleja continuamente de nosotros. La distancia media que nos separa, 384.400 km, aumenta unos 3,8 cm cada ano. Este hecho fue constatado por la NASA en su “experimento de medición láser lunar” 95 anos más tarde. La razón es que al girar el sistema Tierra-Luna en torno a su centro de masas, la Luna ejerce una fuerza de atracción distinta en cada punto de la Tierra al ser esta tan grande. Por ejemplo, en el punto más cercano a la Luna, la intensidad de la gravedad es mayor que en el centro de masas de la Tierra, a su vez mayor que en el punto más alejado de la Luna. Como consecuencia, aparecen las “mareas” que tienden a “deformar” la Tierra, y que afectan no sólo a las aguas sino a la atmósfera y a la parte sólida de nuestro planeta. Las mareas producen un efecto de “frenado” de la rotación de la Tierra, y al mantenerse el momento angular del sistema constante, la distancia Tierra-Luna ha de aumentar.

El “principio de conservación del momento angular”, nos dice que si una partícula se mueve alrededor de un punto sujeta a una fuerza central (es el caso de las fuerzas gravitatorias), y el momento de las fuerzas exteriores es cero (lo que no implica que las fuerzas exteriores sean cero), el momento angular total se conserva, es constante. El momento angular, “L”, es el producto del momento de inercia por la velocidad de rotación. 

Este principio explica por qué una bailarina girando sobre la punta de sus pies, consigue, al extender sus brazos, aumentar su momento de inercia y como consecuencia, girar más rápido al contrarerlos.
Si nuestra Luna, efectivamente, estuvo tan cerca de la Tierra como planteó Darwin (aunque los seres humanos, que llevamos unos 4 millones de anos sobre el planeta, definitivamente no hemos llegado “a tiempo” para verlo), los días habrían durado tan sólo unas pocas horas y las enormes fuerzas de marea habrían provocado terribles terremotos y maremotos, además de actuar también sobre el magma terrestre haciéndolo brotar a la superficie. El botecito de remos del viejo Qfwfq difícilmente habría podido permanecer estable en tales circunstancias, y los terribles vientos y tormentas en la atmósfera de una Tierra girando a muchísima más velocidad tampoco se lo habrían puesto nada fácil. 

Las noches no habrían sido más claras como nos cuenta Calvino, sino mucho más oscuras, porque la parte de la Luna más cercana a la Tierra no se encontraría tan “expuesta” a los rayos solares que ha de reflejar para tener el aspecto actual. Tampoco los días serían igual de “claros” por la sombra “proyectada” por una Luna tan cercana, y ocurrirían eclipses solares con mucha frecuencia. Las intensas fuerzas de marea generadas por la atracción de nuestro planeta sobre su satélite (recordemos que la fuerza gravitacional es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia) probablemente lo irían fragmentando lentamente.
La conductividad eléctrica de la atmósfera depende del número de partículas cargadas por unidad de volumen o “estado de ionización”. El desplazamiento de dichas partículas, que provoca corrientes eléctricas en la atmósfera, se produce precisamente durante las “mareas” atmosféricas, que serían muchísimo más intensas provocando fuertes y frecuentes descargas.

La interacción entre nuestro planeta y su satélite es determinante en cada fenómeno ocurrido en la Tierra, luego la misma sería un escenario completamente distinto si “tan sólo” la distancia de la luna cambiase de forma significativa. Aquí se ha pretendido citar apenas un par de ejemplos para ilustrarlo.


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